CURITIBA, Brasil.- Finalmente, y luego de más de 12 horas de incertidumbre, órdenes cruzadas y una batalla legal como nunca se ha visto en Brasil, el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva seguirá preso.
“El día de ayer, 8 de julio, ha sido apellidado como el ‘domingo de la locura judicial’. Y es posible que sea recordado como la fecha en que Lula ganó una batalla mayor que la de su liberación. Gracias a todo lo que se ha movido en torno de su lucha judicial, cuya condena en segunda instancia lo imposibilita para disputar las presidenciales a pesar de mantenerse a la cabeza en los sondeos, Brasil ha descubierto que su sistema judicial está podrido”, escribió Juan Arias, columnista del diario “El País”.
Las circunstancias que se fueron sucediendo a lo largo del día, y que otorgaron protagonismo a tres jueces que hasta ahora habían tenido un papel secundario en la situación de Lula motivaron que en los medios locales se hable de una “anarquía judicial” en torno al caso del ex mandatario y que la oposición al presidente Michel Temer acuse a “la corporación judicial”, aliada al gobierno, de mantener secuestrado a Lula, sin argumentos legales.
El presidente de una corte de apelaciones brasileña bloqueó los esfuerzos de otro juez para liberar al detenido ex presidente el domingo, en una batalla legal sobre el político con mayor intención de voto en Brasil, antes de las elecciones de octubre.
Las encuestas muestran que el ícono de izquierda, que está en prisión por corrupción, podría obtener un tercer mandato, pero la ley electoral brasileña prohíbe a las personas postularse hasta ocho años después de ser halladas culpables de un delito.
Sin embargo, un tribunal electoral podría no emitir un fallo final que prohíba a Lula participar de la campaña. Más allá de la cuestión electoral, la actitud de los jueces ha dejado en claro que el sistema judicial brasileño “está podrido”, según Arias.
“La tragicomedia judicial del domingo sirvió para dejar más al descubierto, si cabe, la fragilidad de todo el sistema jurídico brasileño que amenaza con contagiar al resto de las instituciones -asegura el analista español-. El caso Lula podrá un día ser estudiado como el revulsivo que reveló que no puede esperar más una reforma de la justicia empezando por el (Tribunal) Supremo, que se está revelando, con el espectáculo del protagonismo de los altos magistrados, como la clave de toda la inseguridad política y hasta social que agita a Brasil”.
La palabra final llegó en medio de la noche del domingo. Ante un conflicto de competencia entre dos jueces de similar jerarquía, el presidente de la cámara de apelaciones TRF-4, el juez Carlos Eduardo Thompson Flores, determinó que el ex mandatario debe continuar en prisión.
Según decisión de Flores, la competencia del juez que se ocupa de la situación de Lula (Joao Gebran Neto) debe prevalecer por sobre la de Rogério Favreto, quien había aceptado el “habeas corpus” para que fuera liberado.
La decisión de Favreto le permitía a Lula permanecer en libertad hasta tanto todas las apelaciones contra su condena fueran rechazadas.
Sin embargo, apenas pasado el mediodía y cuando el PT ya se estaba quejando de la demora en la liberación, el juez Sergio Moro, encargado de los juicios de primera instancia en la megacausa conocida como “Lava Jato”, emitió un despacho en el que señalaba que Favreto no era competente en el caso.
Moro se encontraba de vacaciones hasta el 31 de julio, pero interrumpió su descanso para emitir el primer comunicado contra la concesión del recurso. (Reuters-DPA)